Trampa y seducción.
Las palabras que elegía eran exactas, salían del telón carnoso y jugaban su papel previamente ensayado de comisura a comisura. Las ideas le rotaban entre sus manos antes de encajar en un tetris conceptual y las historias se armaron en mi cabeza como si ya las hubiese vivido o las estuviera reconstruyendo a partir de una foto o una canción. Ella hablaba y las ideas parecían mías. Yo no era el único cautivado, todos nos acabábamos de enamorar. El humo se intercalaba con las sílabas dibujando fractales hipnóticos sobre sus víctimas. Cuando quisimos dejarla ir ya no había salida y nos volvimos ella sin ofrecer resistencia.
1 comentario:
y bueno... es así...
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