1.12.07

Recuerdo y hallazgo.

El tres de marzo de mil novecientos setenta y dos a las cuatro de la tarde Julio pasea en lancha con su hijo. La reverencia de los sauces al río conmueve profundamente a Julio y en ese momento decide que cuando muera quiere ofrendar sus cenizas al Paraná.

El doce de agosto de mil novecientos setenta y nueve a las cuatro de la mañana Julio muere después de demasiados meses de hospital. Tres días más tarde su hijo esparce las cenizas en un río gris de invierno y finalmente entrega la urna de bronce a las profundidades.

El ocho de enero de mil novecientos ochenta y siete a las once de la mañana dos niños exploran el terreno de una casa en el delta. A pocos metros de la orilla encuentran una urna herrumbrosa encallada entre troncos podridos y deciden devolverla al río.

El treinta de noviembre de dos mil siete a la una de la mañana un joven se topa con el recuerdo borroso de haber encontrado una urna en el río. Media hora después termina de fabular una historia alrededor de su hallazgo que coincide matemáticamente con la realidad.

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