No logro que mi psicólogo lea mi blog.

Qué difícil que es ser lo que uno es. Aceptarlo y vivir con ello. Ponerlo en la superficie para poder cambiarlo. Aunque sea feo. Hablarlo. Contarlo a alguien. Sacarlo. Pero es tan difícil que no lo puedo largar ni en terapia. Tampoco logro que mi psicólogo lea mi blog, es que pongo fotos y a él no le gustan. En realidad digo todo lo que me pasa todo el tiempo. Pero lo hago en código. En mi código. A veces soy obvio. A veces soy imposible. Ni yo lo entiendo. Las palabras son cualquier cosa. Al menos intento ser sincero en el sentimiento. Esa es la parte que me hace feliz. Que me hace llorar con una canción. Del otro lado todo es oscuro y raro. Lleno de muerte, miedo y dolor. Tengo las cajoneras llenas de mierda. Y abro para revolver a discreción. Para embadurnarme con el olor. Pudrirme por dentro hasta que se note en la sonrisa fingida. Hasta que las comisuras se pudran en una mueca incierta. En una expresión de pura impotencia. De bronca conmigo mismo. Con lo que amo. Con lo que siento.